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La música es el principal vehículo que nos transporta a tantos e infinitos recuerdos y/o determinadas personas. Es la banda sonora de nuestras vidas. A veces, las portadas de los discos son parte de esa conexión emocional que tenemos con la música. Cualquiera que haya tenido una colección de discos ha pasado tiempo estudiando detenidamente la cubierta mientras escuchaba sus canciones. Inconscientemente y como algo mágico, asociamos más tarde la música con la portada.

 

Como gran fan de la música y la fotografía, me apetecía mucho desarrollar un proyecto en el que las dos pudieran ir de la mano. Así que decidí probar a hacer mis propias portadas. Elegí algunos de mis discos favoritos y, utilizando una cámara lomográfica que no había usado anteriormente, me puse a experimentar intentando captar todo lo que esos discos me sugerían al escucharlos.

 

Todas las fotos han sido sacadas con la cámara lomográfica Diana+, utilizando película de medio formato, tanto negativas en color como de diapositivas, para luego poder hacer un proceso cruzado con éstas últimas.

 

Las imágenes han sido reveladas, escaneadas e intervenidas ligeramente en Photoshop, respetando el alto contraste, la saturación del color, el viñeteado, y la aberración cromática que tan comúnmente nos dan como resultado estas cámaras con lentes de plástico.

 

La imagen de arriba es la portada original, y la de abajo la que yo he creado. Para tener un vínculo entre las dos imágenes, he decidido mantener la tipografía original de cada disco, y de ese modo, las nuevas fotografías no parezcan imágenes escogidas al azar que nada tienen en común.

 

Y es que al parecer, veinticinco horas de música al día nunca fueron suficientes...

 

25 HORAS AL DÍA

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